Vida después del cole

En ocasiones la cantidad de deberes excesiva que les ponen a los niños les impide disfrutar de su tiempo y se su infancia.

Imaginad que, cada tarde, cuando llego a casa, me llevo trabajo. Imaginad que no puedo pararme a jugar con mis hijas porque tengo que cerrar una entrevista, que no puedo hacer la cena ninguna noche porque tengo que acabar varios informes, que no puedo bañarlas ni ponerles el pijama porque estoy preparando los contenidos de una reunión. Imaginad que, después de mi trabajo, sigo trabajando en casa. Cada tarde, una tras otra, sin poder relacionarme con mis hijas, ni con mi pareja, ni con el resto de mi familia o amigos. Sin poder sentarme en mi sillón favorito a escuchar música, leer o a ver la serie de la que estoy enganchada. Sin poder salir a pasear, o a tomarme un café.

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A mi no me ocurre. Pero al hijo de 7 años de Noelía, sí. Y a la hija de 8 años de Arantxa. También al hijo de Ana, que acaba de cumplir 9. No se conocen entre sí, no van al mismo colegio ni tienen los mismos maestros, pero todos pasan buena parte de su tiempo libre entre libros y cuadernos. Sus madres, que sólo tienen en común su amistad conmigo, no recuerdan esa exigencia cuando ellas mismas tenían esa edad y se quejan de pasar las tardes a la mesa, ayudándoles con las tareas escolares, en lugar de haciendo con ellos otra actividad más placentera para todos.

Los últimos resultados de informes como el PISA (y también otros que establecen comparaciones basadas en competencias escolares y de conocimiento) no colocan muy bien a nuestros escolares que, sin embargo, están saturados de deberes. ¿Será que no está funcionando este sistema? ¿Será, quizá, que (parte, al menos) del aprendizaje de nuestros hijos e hijas no depende del tiempo extra que le dediquen a las tareas? Yo tengo clara la respuesta. Como la tienen otras madres que están al frente de movimientos como #hayvidadespuesdelcole, que defiende un sistema educativo sin deberes.

Hace unos días conocía a un Doctor en Pedagogía que ronda los 80 años, Enrique Bono. Acaba de publicar un libro que se llama ‘¿Aprobar sin aprender?’ y que es fruto de un trabajo de investigación de toda una década en los que ha indagado sobre por qué no se aprende con calidad. Bono propone una nueva didáctica, dirigida al aprender por encima del aprobar. Sus reflexiones están centradas en secundaria pero valen para todo, en realidad. En una conversación reciente, el profesor me hizo ver la necesidad de revisar nuestro sistema educativo, de reformarlo desde sus raíces, con rigor y, también, con ambición.

Ojalá, más pronto que tarde, una revisión profunda del sistema educativo y de la forma de evaluar que permita a nuestros escolares disfrutar de su infancia. Una infancia con más tiempo para jugar, para experimentar, para caerse y levantarse. Con tiempo hasta para aburrirse y poner a volar su imaginación. Ojalá.

Foto: pequebebes.com.

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